Despido el año como lo comencé.
Ver el último atardecer del año desde el Trevenque es algo que empezó como una anécdota hace mucho tiempo y a ello he vuelto año tras año. Diferentes personas me han ido acompañado a lo largo de estos años y al final pocos han repetido. He subido corriendo, andando, con lluvia, con mucho frío, con calor, sí calor, con nieve o con niebla.
Es un acto simbólico y como tal tiene para mi un significado muy especial. Una tontería diréis... pero qué ritual no lo es.
Este es el último sol del año y vale la pena encontrarlo en el campo.
Esperemos que el año próximo nos traiga salud y mucha montaña a todos.
... y de propina un cambio de política tampoco nos vendría mal. De eso hablaremos otro día.
Que tengáis feliz entrada de año.
Magnífico ritual, amigo. A mí también me gusta correr tanto en Mañanabuena como en Mañanavieja, despedir el año corriendo es lo esencial. Impagable esas vistas. Lo del cambio de política está más turbio. Mejor dejarlo...
ResponderEliminarUn abrazo
Una "anécdota" con historia...raro que no nos hayamos encontrado!
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