sábado, 24 de enero de 2015

2005

Dos mil cinco fue año de oposiciones. El año. 
El baloncesto quedaba lejos y la bici estaba olvidada. No puedes dedicar 12 horas a preparar unos exámenes y tener continuidad con la bici. La piscina salvó la actividad física de ese año. Prácticamente era lo único que hacía en el poco tiempo que restaba al estudio. A las diez y pico de la noche empezábamos y compartíamos los últimos metros con el limpiafondos. Algún shawarma tras el nado y vuelta a la cama para repetir rutina al día siguiente. Nunca lo había pensado hasta ahora pero mis oposiciones le deben mucho a esas horas de nado.